sábado, 26 de octubre de 2013

Menudas hijas de bruja











Tras una primera temporada absolutamente fantástica (American Horror Story) y una, a ratos aceptable, segunda parte (American Horror Story: Asylum) la tercera entrega de esta ficción de terror versa sobre la brujería (American Horror Story: Coven)

Las brujas han sido unos de los personajes más injustamente tratados de nuestra historia. En su mayoría mujeres, fueron condenadas a morir en las circunstancias más espeluznantes posibles por el simple hecho de desafiar a la tozudez, intolerancia y garrulismo más terribles. 
Uno de los juicios más populares para con una mujer acusada de brujería era atarla a una silla de pies y manos y arrojarla al mar. Sin sonrojarse tan siquiera, se anunciaba que si era capaz de desatarse y emerger a la superficie se trataba de una bruja y, por tanto, debía volver mansamente con sus captores para ser ajusticiada. Pero si esta misma mujer se sumergía inevitablemente al fondo del mar, probaba su bendita inocencia y sus torturadores lamentaban profundamente el error. Sea como fuere, toda aquella mujer acusada de brujería, moría. 

Pregunta: pero entonces ¿qué es una bruja? 
Respuesta: una mujer inteligente.

Durante muchos siglos se nos negó el acceso a la cultura y la sabiduría albergada era transmitida mediante tradición oral. No había escritos, no había constancia del conocimiento femenino y por ello, cuando diversas mujeres sabían usar determinadas plantas para curar dolores de estómago, cicatrizar heridas, aliviar dolores de cabeza... nunca se llamó medicina, sino brujería. La condena estaba pues servida.

Partiendo de esa premisa, de la existencia de una ficción que pudiera poner un poco de orden y justicia sobre este tema, me emocioné sobremanera al descubrir que esta serie iba sobre esos juicios y las repercusiones actuales que tiene, aún a día de hoy, el tema de la brujería . Tardé poco en desilusionarme. Concretamente me bastó el primer episodio:


FIONA GOODE

La "Suprema" o la jefa de todas las brujas. Caprichosa, elegante, sexy, desafiante y temerosa -¡cómo no!- de la pérdida de juventud. Su obsesión por seguir siendo joven la lleva a deshacerse de cualquiera que pudiera amenazar su trono, enfatizando así la enemistad entre mujeres y la rivalidad por algo tan superficial como la belleza.


CORDELIA FOXX


Hija de la anterior, reniega de la herencia materna y quiere controlar los poderes. Regenta una escuela para jóvenes brujas, clandestina, para que nadie se entere de lo que una mujer, digooooo bruja puede hacer. Su obsesión es ser madre pero obviamente, tal y como dicta el patriarcado feroz, una mujer con tanto poder está condenada a la esterilidad.


ZOE BENSON


Tímida, temerosa, es rechazada por su madre y obligada a ingresar en esta particular escuela tras el homicidio involuntario de su novio cuando estaban en la cama -era su primera vez, por supuesto- y le causó, atentos, un aneurisma. Dos mensajes potentes: el sexo para una chica es malo en primer lugar y Zoe Benson es una viuda negra en potencia en segundo. Ahí es nada...


MADISON MONTGOMERY

Joven, delgadísima, descarada y sexualmente activa. En el primer capítulo es violada por cuatro chicos y el tratamiento de la cámara es insultante, parece porno cuando es una agresión. Es la heredera en actitud y aptitud de Fiona y por ello, competencia. Obviamente, no durará mucho.


Cuando veáis esta serie no os dejéis engatusar por el lujo que rodea a la escuela, ni por lo bien vestidas que van las protagonistas, ni por los estupendos y novedosos planos y enfoques que usan los directores. Fijaos en lo que perdura la simple y tonta idea de que una mujer que sabe siempre ha de tener algo oculto, algo malo y que por ello ha de ser castigada. 
Da igual que sea la Europa del siglo XI o el Afganistán del XXI, el conocimiento femenino ha de ser penado.

¿Comprendéis ahora mi desolación? 

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